Alcohol
El alcohol es un depresor del sistema nervioso central que actúa sobre el funcionamiento de los centros cerebrales superiores produciendo desinhibición conductual y emocional, porque su primera acción es inhibitoria sobre los centros responsables del autocontrol.
Las bebidas alcohólicas se clasifican básicamente en dos grupos, según el proceso de elaboración:
Bebidas fermentadas: Se obtienen de la fermentación de los azúcares contenidos en diferentes frutas (uva, manzanas) y cereales (malta, maíz, etc.). Forman parte de estos grupos el vino, la sidra y la cerveza. Su graduación alcohólica oscila entre 4 y 12 grados.
Bebidas destiladas: Se obtienen de la depuración de las bebidas fermentadas para obtener niveles más altos de alcohol. A este grupo pertenecen bebidas como el whisky, la ginebra, el vodka y el ron. Su graduación alcohólica oscila entre los 40 y los 50 grados.
El consumo de alcohol se mide por Unidad de Bebida (UB). Una UB es equivalente a 8-10 gramos de alcohol puro. Las medidas más frecuentes son:
Caña de cerveza /sidra = 1 UB
Copa de vino/cava = 1 UB
Vermut/jerez = 1 UB
Copa de coñac/brandy = 2 UB
Whisky/vodka/ginebra/ron/combinados = 2 UB
Efectos
Inicialmente, el alcohol provoca una sensación de relajación, euforia, locuacidad, desinhibición, sociabilidad alegre y excitada; progresivamente, los efectos evolucionan hacia dificultades en el habla, dificultades para coordinar los movimientos, disminución de los reflejos, agresividad. Veámoslo con más detalle.
El alcohol es la droga de la sociabilidad y aparentemente facilita el diálogo y las relaciones interpersonales. Pero en realidad lo que pasa es que la persona intoxicada por alcohol tiende a otorgar más importancia a la manifestación de sus propias vivencias que a las de los otros. En un grupo de personas que van incrementando su tasa de alcoholemia, se va apreciando una tendencia progresiva a las interrupciones, para acabar formando un coro de monólogos simultáneos.
Si la ingesta de alcohol continúa, aparece habla incoherente y entrecortada y descoordinación de los movimientos, con incapacidad para andar y una sensación vertiginosa muy intensa, con náuseas y vómitos frecuentes. Acto seguido se puede pasar a una fase comatosa con incapacidad para mantenerse de pie, habla ininteligible y obnubilación de la conciencia.
Bajo los efectos del alcohol se altera la capacidad de juicio y se pueden cometer agresiones o vandalismo y participar en actividades sexuales no protegidas, conductas que pueden tener graves consecuencias. Igualmente, la conducción de vehículos y maquinaria o el uso de herramientas de precisión bajo los efectos del alcohol son altamente peligrosos.
Los efectos de la intoxicación aguda por alcohol dependen de varios factores:
La edad: beber alcohol mientras el organismo todavía está madurando es especialmente nocivo.
El peso: el consumo de alcohol afecta de forma más severa las personas con menos masa corporal.
El sexo: debido a factores fisiológicos, la tolerancia femenina es en general menor que la masculina.
La cantidad y la rapidez de la ingesta: más alcohol en menos tiempo determina una mayor intoxicación.
La combinación con bebidas carbónicas (tónica, Coca-cola, etc.) acelera la intoxicación.
Por otro lado, la ingestión simultánea de comida (sobre todo de alimentos grasos) dificulta la intoxicación.
Abuso crónico
El abuso crónico de alcohol crea dependencia psicológica y física, así como tolerancia. La supresión del consumo de alcohol o la disminución de la dosis en bebedores crónicos provoca un síndrome de abstinencia que se caracteriza por sudoración, taquicardia, temblor de las manos, náuseas y vómitos, agitación psicomotriz, ansiedad, alucinaciones visuales, táctiles o auditivas y crisis convulsivas.
Es una droga legal. La ley prohíbe la venta o consumo de alcohol por debajo de los 18 años. Alcohol y conducción son incompatibles. La legislación española prohíbe a los conductores de vehículos, incluidos los ciclistas, conducir con una tasa de alcoholemia superior a 0,5 g/l (0,25 mg/l aire espirado), o superior a 0,3 g/l (0,15 mg/l aire espirado) en el caso de conductores noveles o profesionales. Conducir bajo los efectos del alcohol comporta una multa de 302 a 602€, la suspensión del carné de conducir de uno a tres meses y la pérdida de hasta 6 puntos según la normativa del carné por puntos.
El alcohol es responsable de múltiples enfermedades orgánicas. Altera principalmente el hígado (cirrosis, hepatitis alcohólica), el páncreas (pancreatitis crónica y aguda), el tubo digestivo (gastritis crónica y aguda, reflujo gastroesofágico, diarrea), el corazón (miocardiopatía alcohólica, trastornos del ritmo), el sistema musculoesquelético (miopatía aguda y crónica, osteoporosis), el sistema inmunohematológico (anemia, deficiencias en la inmunidad de las células, alargamiento del tiempo de sangrado en caso de heridas), el sistema nervioso central (polineuropatía alcohólica, síndrome de Wernicke-Korsakoff, demencia alcohólica). El alcohol también es responsable de atrofia testicular, disminución de la libido, impotencia e infertilidad. Asimismo provoca déficits nutricionales y alteraciones del metabolismo, y se considera un factor de riesgo para el desarrollo de algunos tipos de cáncer. El consumo de alcohol durante el embarazo es la causa no genética más frecuente de retraso mental y de malformaciones congénitas.
A nivel mental, el abuso crónico de alcohol determina alteraciones en el área cognitiva (dificultades para la concentración, confusión mental, pérdida de memoria) y de la personalidad (euforia exagerada, incontinencia emocional, irritabilidad y suspicacia). También pueden aparecer trastornos psicóticos de tipo delirante o paranoico (celotimia, es decir, celos patológicos).
El alcohol es la droga más consumida y de la que más se abusa en nuestro entorno sociocultural, y la que más problemas sociales y sanitarios causa (accidentes de tráfico, laborales y domésticos, maltratos, suicidios y homicidios). La relación entre alcohol y enfermedad convierte a esta sustancia en la tercera causa de muerte en España.