LSD

El LSD es una sustancia alucinógena o psicodélica que se sintetiza a partir del ácido lisérgico, que se extrae de un hongo (cornezuelo del centeno) que crece en los cereales.

Se presenta en forma de pastillas o cápsulas y en forma líquida. Se puede encontrar impregnado en papel absorbente, dividido en pequeños cuadrados que representan una dosis, que se ponen bajo la lengua para que se deshagan. Es inodoro, incoloro y tiene un ligero sabor amargo.

Efectos

Efectos buscados: cambios de percepción que se describen como viaje (trip). El LSD produce alucinaciones sensoriales, relajación y embriaguez. Las percepciones visuales alteradas hacen que los objetos se transformen en otros, los colores cambien y las cosas parezcan adquirir movimiento propio. También se pueden alterar los sonidos. Sensaciones posibles son «ver» los sonidos u «oír» las imágenes. Hay alteraciones de la imagen corporal y se difumina la relación entre la persona y el entorno (se puede asociar a accidentes). El tiempo se hace más lento, aunque a veces los límites del tiempo quedan confundidos, mezclándose pasado, presente y futuro. La intensidad de estas sensaciones depende de la dosis.

A veces los efectos del LSD son percibidos como muy desagradables, los denominados «malos viajes». Son difíciles de prever y no tienen relación exclusivamente con la dosis. Se caracterizan por reacciones de ansiedad, ataques de pánico o psicosis con alucinaciones, desorientación y confusión. Se conocen casos de suicidio en el transcurso de fantasías de omnipotencia o de trascendencia del universo humano.

Argot:

Tripi, ácido, bicho, micropunto, secantes, Batman, Smiley, Conan.

Marco legal

Es una droga ilegal.

El LSD no tiene potencial de adicción física y la psicológica es irrelevante. El peligro más importante que tiene el consumo continuado de LSD es el «quedarse colgado en un viaje» (aparición de psicosis esquizoafectivas prolongadas), especialmente en personas especialmente vulnerables o con antecedentes de trastornos mentales previos. Otros síntomas asociados al consumo crónico son reacciones de ansiedad y depresivas, alteraciones del pensamiento y de la imaginación («cabezas ácidas»), síndrome amotivacional y la aparición de flashbacks (recurrencias de los efectos del LSD sin que haya habido consumo).