Ketamina

A dosis bajas, los efectos son parecidos a los de la embriaguez por alcohol o sedantes, con pérdida de coordinación y dificultades para hablar y pensar, visión borrosa, etc. Sin embargo, los efectos buscados por los consumidores de Ketamina son experiencias alucinógenas (alteraciones de la percepción, experiencias de estar fuera del cuerpo, de flotación, etc.). A dosis altas, puede producirse un viaje psicodélico muy fuerte, con delirios y alucinaciones, perdiendo la noción de quién es uno mismo y dónde y con quién se está. También se pierde la noción del tiempo y el reconocimiento de lo que pasa alrededor, o bien se tiene el pensamiento de que uno ha muerto o está a punto de morir.

Mantener relaciones sexuales bajo los efectos de la Ketamina puede impedir reaccionar físicamente en caso de sufrir un abuso, así como impedir que se recuerden claramente los hechos.

La Ketamina es una sustancia altamente peligrosa y tóxica, y puede provocar intoxicaciones agudas muy graves, con pérdida de conciencia, coma y convulsiones; depresión respiratoria con paro cardiaco; ataques de pánico; delirios paranoicos; ideación suicida con tentativas de autolisis; estados de agitación y pérdida de control con potenciación de comportamientos violentos. La Ketamina provoca siempre náuseas y vómitos. Por ello, hay riesgo de aspiración si hay una disminución del nivel de conciencia.

La Ketamina provoca una dependencia psicológica y física muy alta y una rápida tolerancia. El consumo crónico de Ketamina ocasiona pérdida de memoria y de concentración, pérdida de habilidades tanto intelectuales como manuales, y aparición de flashbacks (revivir los efectos de la Ketamina incluso mucho tiempo tras el último consumo).